martes, 29 de enero de 2013

L.Soviética (II) - HPL & Nicholas Roerich

De ese mismo número de "Literatura Soviética", rescato, en exclusiva, para todos los niños del mundo, una serie de cuadros de Nicholas Roerich.




Nikolái Tíjonov (Roerich) Nobilísimo Hijo de Rusia.
Artículo que conmemora el 110 aniversario del ilustre artista. Muerto el 13 de dic de 1947. 

En la gran novela de Lovecraft, "At The Mountains of Madness" (1931), -"En las Montañas de la Locura"-, que no creo que necesite mayor presentación, se hace mención una y otra vez al pintor Nicholas Roerich.

Un tipo que realmente existió, y que, como se puede comprobar, estaba bien considerado por el régimen de la U.R.S.S. Yo siempre pensé que era un artista inexistente, -una especie de Abdul Alhazred, versión pintor loco-, entroncado en las familias de los Whateley, de los Peabody, de los Dexter Ward, todos universitarios, licenciados en Miskatonic hace ya muchos años. En aquellos tiempos en los que un título universitario significaba poder entrar en las verdaderas Logias del Saber, y también, poder aprovecharse de la campante y eterna desinformación del populacho. 

Lovecraft, quizás sin querer, pudo aglutinar en sus trabajos una gran cantidad de conceptos que hoy en día aparecen desperdigados por la Red. Nadie como HPL para aglutinar en una sola novela infinidad de inquietudes psicótico-sociales. Nadie como HPL para retratarnos tal como somos. 

¿Y cómo lo hizo? No pensemos que HPL fuera un genio. No era ni Schiller ni Poe, ni falta que le hacía. 

HPL confiaba en algo que ni él mismo se confesaba por la noche. Se dejó llevar por la casualidad, por la teoría de las probabilidades. Algo que hoy en día todos hacemos, en cuanto nos conectamos a Internet, en cuanto hablamos con alguien, casi en cuanto pensamos (¡y con qué rapidez nos hemos acostumbrado!) Algo tan simple, pero no tan fácil de llevar para un artista que se supone que tiene que planear su obra.

[Otra cosa es planear obras, de las de ladrillo y cemento. Aquí sí que es necesario dejarnos de probabilidades y acudir a las certezas de las comisiones, de los sobres bajo mesa, y las de los copazos a la luz del neón redentor].

Todo esto en 1931 no sucedía. No había redes, ni sociales ni asociales, ni tampoco existían las ayudas de la estadística (propagandeada hoy en día a través de telediarios, y diversos flyers institucionales). Resumiendo, si uno quería pan, iba a la panadería; no a la página web del supermercado, o a la de los descuentos de Renfe, para compensar.

La probabilidad era rehén del matemático investigador; o de tipos como HPL. 

Lo malo que tiene HPL como artista, y como persona, es lo que le hizo triunfar en nuestra civilización de Occidente. Le amamos. Es nuestro hermano. Ese que nunca tuvimos, o desapareció de casa cuando sólo tenía dos años. Un tipo extraño, imaginativo, apegado a la tradición, lleno de culpas y temores, racista, y además, machista. Y visionario. Antes de Einstein, HPL supo que en el nido marino en el que se esconde Cthulhu hay unos índices de radioactividad insoportables. 

Ese alter-ego que resume parte de nuestra vida, que da vergüenza ajena, y que es mejor tratar como ficción. 

La famosa "Alianza De Las Civilizaciones" no es sino "At The Mountains Of Madness". Veamos. Un loco árabe. Pánico nuclear (Yog-Shothoh). Un iluminado pintor comunista. Un americano racista. Un lector español. Bastante coprofilia sugerida. Tamaña combinación de horrores, por el bien de la Humanidad, supo colocarla sabiamente HPL en la mismísima Antártida. Un gesto que le honra. Quizás le debemos la vida. Imagínense que este tipo de luces nocturnas y petadas de probabilidades hubieran sido atisbadas por un Roosevelt, o por un Churchill... De todas maneras, años más tarde serían localizadas en el cielo de Texas por la familia de Bush (parientes lejanos de los Peabody, pero que no fueron a la uni, ¡alabado sea Shub-Niggurath!; Miskatonic está muy lejos de Dallas).

Y pasemos a los cuadros de Roerich. A-pa-si-o-nan-tes.







by George R.

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