lunes, 14 de octubre de 2013

En la mesa

Imagina un círculo perfecto, e inmenso, de mesas preparadas para un banquete. A ellas se sientan todos tus familiares, políticos o no, (con un tercer o cuarto grado de consanguinidad; o quinto, si quieres). Todos tus amigos, reales o pixelados; algunos compañeros del trabajo, si tienes (trabajo). Tus vecinos, los que viven en un radio de quinientos metros alrededor de tu cama. También están invitadas esas personas con las que hablas en tu vida cotidiana: la panadera, el guardia de seguridad, el médico de cabecera, y el revisor de la luz. Se añade a la lista una representación física de esas personas que nunca verás, pero con todo, conversas por teléfono: una chica Yastel, otra de Securitos, otra llamada Perdida.

Comienza el banquete. Se ha dispuesto un platito cuadrado, de cristal, con dos palillos de madera por cada comensal (el menú va a consistir en comida japonesa). Detrás del platito, hay una pantalla táctil, por la que os vais a comunicar a base de toques de palillo. Así, está prohibido hablar, porque se armaría un escándalo insoportable.

Comienza el intercambio de mensajes. Poco a poco todos se animan, aporreando la pantallita con los palillos, comiendo el sushi con los dedos.

Surge por efecto telepático la idea de dar un puñetazo en la mesa. En alguna de esas centenas de mesas. Sin embargo, el puñetazo no se produce. Ni siquiera un leve matiz.

¿Por qué?

a): todos quieren protagonizarlo, pero como nadie lo hace, nadie lo hace.
b): nadie quiere hacerlo, en realidad.
c): el cansado camarero es el único que tiene esta intención; nadie le hace ni caso.
d): se están formando facciones y grupos que quieren detectar con rapidez los sospechosos de querer dar el puñetzo primero.
e): surgen organizaciones pacifistas que también se valen de la telepatía para anular las tendencias violentas de algunos de los invitados.
e): A su vez, hay grupos de inteligencia que quieren controlar este tipo de grupos: a los proclives a la violencia, y los que no.
f): Quizás sea mejor esperar a los postres.
g): O a las copas.

Mientras se me siguen ocurriendo posibilidades, y engullo un maki de atún con mango, se escucha un tremendo golpe. Un gigantesco gorila ha descendido por la lámpara que ilumina la estancia. De un solo golpe ha destrozado una de las mesas. Todos dejan los palillos a un lado. Se corta la corriente telepática. Observo que el animal se acerca hacia a mí. Cada vez con mayor velocidad. Creo que está a punto de meterme tal ostia que... ¡¡ouch!!, ¡¡¡¡¡uuuuahhhhhhhyyayyyyyyyaaaaaaaayyyyyyyy!!!!!

by George R.

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