viernes, 28 de junio de 2013

Correlaciones


Aparentemente, no existe correlación.

Mientras que a uno le duelen las rodillas, el otro puede ascender las más altas cumbres de los Pirineos. Interesado por la lectura; o por la vida de las hojas perennes. Un vago de remate; trabajador incansable. Amante del terruño; eterno viajero. Y así.

Sin embargo, comparten algo entre todos. Algo que todavía no se ha podido diagnosticar. No es ninguna nueva glándula a descubrir en el interior de un cuerpo. No se trata de un sentimiento. Ni de una sensación. Sin embargo, sea lo que sea, es compartido.

Algunos dicen que sólo el futuro lo descubrirá; lo localizará. Lo materializará. Esa correlación que inevitablemente busca el ser humano, y termina por encontrar. Es como analizar una papelera de reciclaje que ha sido eliminada. En un sujeto, una vez. En otro, veinte veces. Y sin embargo, en ambos casos, quedan trazas. Y de éstas,  nacerán nuevas relatividades. Si yo fuera Einstein, me podría explicar mejor. Lo siento.

No me refiero a la idea de que hoy en día alguien puede ser sacerdote, gay, aficionado a los cómics, gourmet, donador de órganos, vendedor en Internet, político, deportista, sanador vía telefónica (todo a la vez). Aunque es la idea que se nos intenta vender. Porque, para el caso, un pastor de ovejas, ajeno del mundanal ruido, tiene las mismas posibilidades de contagiarse de esas correlaciones invisibles que trato de describir.

O bien, se trata de algo sobrenatural. Se acerca una época en la que muchos temas volverán a quedar en manos de Dios. Personaje éste que no ha muerto. Al contrario, está más vivo que nunca. Como si fuera un antiguo Charles Chaplin jubilado, le van a ofrecer papeles en muchos teatros del país. Que aceptará gustoso.

La parte positiva del proceso es que Nietzsche por fin ha muerto. Ya iba siendo hora.

Ahora, el problema es que usted es a la vez pecador, sacerdote y profeta. Ya no recuerda cuántas veces ha borrado esa papelera. No controla sus residuos. Estamos borrachos. No podemos ver lo que tenemos delante. Porque no existe. Y sin embargo, ¡cómo nos afecta!

by George R.

Pd:
Aquí abajo dejo un manual de ayuda que compré el otro día en un mercadillo. La señora que me lo vendió me lanzó su mejor sonrisa. Por unos instantes, me sentí miembro del club. Tiempo al tiempo. 




jueves, 13 de junio de 2013

En La Noche

         Está acostado. Se despierta; quizás. A su lado, duerme su pareja. Todavía no ha amanecido. La vejiga aprieta un poco. Hay alguien más, ahí, en la habitación. De pie. Esperando.

Ha llegado el calor, y por fin, los edredones han desaparecido. Es más difícil lograrlo en verano; pero una vez alcanzado el sueño, se descansa más en menos tiempo. El dormir del invierno es acaparador, glotón, fofo; casi cansino.

La tenue sombra que ve recortada en la pared de enfrente no se mueve. ¿Qué hacemos con ella? ¿Sueña usted? ¿Duerme? ¿Es producto de su imaginación? ¿Alguien ha entrado en su casa para robar? ¿Un amigo que está de broma?

¡Reaccione! ¡Escoja un camino!

Contra todo pronóstico, se vuelve a quedar dormido.

Algunos dicen que se ha acostumbrado usted a verla por las noches. Su indecisión, la de usted, es tal que no permite a esta historia avanzar de ninguna manera. No sabemos si se trata de un violador; o de un amante recurrente. De un caso de visiones nocturnas. De sueño. O de pesadilla.

Quizás el futuro de la ficción descanse en paz. ¡Hasta que usted se de cuenta de que el espectáculo debe continuar!

       - ¡¡ESTÁ BIEN!! Es tan fácil pintar sombras en la noche. Y tan difícil recordar su forma por la mañana. Pero lo que usted quiere es una historia, y se la voy a dar. Son manchas de humedad. Hormigas que sólo mean de noche, borrachas de azúcar. Y que quieren volverme loco con sus provocativas coreografías. ¿Está contento? Ya tiene su maldita historia.

by George R.